
LIBERACIÓN DE PLAYAS, PERROS ABANDONADOS Y EL PLAN «C»
Por Carlos González M.
Andrés Manuel López Obrador convocó a la ciudadanía para que en las elecciones de junio de 2024 que renovarán la Presidencia de la República, algunas gubernaturas, presidencias municipales y las cámaras de Diputados y Senadores, se vote masivamente «en contra de los conservadores y sus partidos» porque es la única manera, advirtió el presidente «de garantizar que la transformación del país continúe, que no se detenga». Le llamó «El Plan C». Cuando es evidente que se han agotado las posibilidades de que legisladores federales del PAN, PRI, PRD y MC, unidos en un solo bloque opositor, abandonen la estrategia de rechazar de manera casi enfermiza, obsesiva, todas y cada una de las propuestas e iniciativas de reformas a la ley que envía el Ejecutivo federal, sin leerlas siquiera y mucho menos intentar dialogar y construir consensos, como ha sucedido reiteradamente desde el año 2018, ante este asedio permanente y abierto boicot de parte de los diputados federales de la oposición, el mensaje de López Obrador se justifica sobradamente y no cae en el vacío. Al contrario.
Para la oposición aún siendo minoría, le ha sido suficiente contar con 225 curules de un total de 500 para frenar y detener, entre otras iniciativas de ley, dos proyectos de reforma electoral enviadas por el presidente al Congreso pero rechazadas al no contar Morena y sus aliados con la cantidad suficiente de legisladores para aprobar reformas y cambios al texto constitucional: Cuentan con solamente 275 votos.
La convocatoria de AMLO cae en suelo fértil porque para muchas mexicanas y mexicanos ha quedado clara la conducta conspirativa de los partidos PAN, PRI y satélites.
El mensaje del presidente es igualmente claro: En 2024 será necesario ganar no sólo la presidencia de la República, sino también conquistar la mayoría calificada en las cámaras de diputados y de senadores.
Los partidos políticos afines a AMLO deberán ganar por lo menos 333 diputaciones de un total de las 500 que integran la Cámara de Diputados pero también garantizar los 64 votos de un total de 96 senadores, un objetivo difícil de alcanzar, aunque no imposible.
Para lograrlo seguro que no será responsabilidad solamente del convocante.
Son muchos y de variada naturaleza los acontecimientos, las tareas, personajes, que habrán de desarrollarse en el futuro inmediato y que definirán el resultado. Pero sin lugar a dudas recaerá en las espaldas y en la voluntad de las y los actuales funcionarios públicos, regidores, presidentes municipales y gobernadores en activo, en sus acciones y omisiones, la responsabilidad de convencer a la población de seguir depositando, en los próximos candidatos y candidatas del partido, su confianza y el destino de sus familias.
Vayan dos ejemplos recientes y también extremos que justifican la predicción anterior.
El primer caso es el actual Secretario General de Gobierno del ayuntamiento de La Paz, encabezando junto con un grupo de funcionarios y regidores del cabildo, la liberación de una playa cercana a la ciudad, cerrada al público «inexplicablemente» desde hace una década, una acción difundida ampliamente por la prensa y calificada positivamente por la población de la capital del estado, particularmente por ese sector de la sociedad urgido de recargar las pilas para seguir creyendo y haciendo suyo el espíritu transformador que recorre el país.
Es una acción que atrae el reconocimiento y confianza de la gente hacia quienes afirman y hacen gala de «no ser los mismos».
Pero en el extremo opuesto estarían dos empleados al servicio del Centro Municipal de Atención Canina de La Paz, quienes en una actitud prepotente y francamente abusiva, igualmente difundida por los diarios locales, hace unos días en un rancho cercano a la ciudad capital, en una acción confiscatoria disfrazada de campaña sanitaria, le arrebataron a un ranchero sus 28 perros para abandonarlos a su suerte minutos después a orillas de la carretera, una actitud infame que no puede quedar en la impunidad porque acciones de este tipo son la manifestación de ese pasado que se niega a morir y sigue haciendo de las suyas, amenazando con desprestigiar y echar por la borda a todo un proyecto de país.
De ese tamaño es la responsabilidad de quienes ocupan cargos y afirman ser Servidores de la Nación.