En Corto


“SEÑORA PIÑA, SEÑORA PIÑA, ESAS MAÑAS NO SON DE NIÑA”

Por Carlos González M.

La ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, SCJN, Norma Lucia Piña, cuenta con abogados defensores por doquier y algunos de ellos tienen en la mira al Canal Once.

La revista Proceso, en un artículo de opinión atribuido a Ernesto Villanueva publicado el pasado 9 de abril, afirma que “el Canal Once transmitió un segmento titulado “Mujer, Casos de la Piña Real”, en el que se pretende una sátira de la ministra presidenta, una iniciativa televisiva que no tiene precedentes en el país, tratándose de un medio que vive del erario”.

La revista señala que la SCJN “se ha pronunciado y reconoce que los derechos de los servidores públicos tienen menor protección en relación a los de un particular, siempre y cuando…se respeten sus derechos al honor, a la vida privada y a la propia imagen”, es decir, la revista reconoce que la libertad de expresión incluye la libre circulación de ideas, opiniones y juicios de valor pero establece límites cuando asegura que la misma SCJN decidió que los funcionarios públicos “no deben carecer de respeto a sus derechos al honor, a la vida privada y a la propia imagen”.

Y estoy de acuerdo, siempre y cuando se lo merezcan.

Sin mencionarle por su nombre, reduciéndolo a “un segmento”, Proceso se refiere a “Operación Mamut”, noticiero de sátira política que el Canal Once transmite todos los domingos a las nueve de la noche, hora local, dirigida por un grupo de actores y comediantes que el pasado domingo 2 de abril, recrearon un pasaje cómico al que titularon “Mujer, Casos de la Piña Real”, comedia que motivó el descontento de amigos y protegidos de la ministra Piña.

En uno de los cuadros, aparece el periodista Jairo Calixto caracterizando a la ministra Norma Lucia, quien se queja de la quema de una piñata que con su imagen, una multitud de simpatizantes de la Cuarta Transformación, realizó durante un acto político.

Se ve a una ministra llorosa, compungida, porque le confía al auditorio que “ya bastante quemón es estar liberando criminales, desbloqueando cuentas de la esposa de García Luna, cancelando órdenes de aprehensión en contra de Cabeza de Vaca, reuniéndome en secreto con Ken Salazar y oponerme a todo lo que venga de AMLO”.

Y para concluir, aparece una frase en la pantalla donde se lee: “Señora Piña, señora Piña, esas mañas no son de niña”, epílogo que provocó el enojo extremo de la ministra y sus amistades.

Canal Once forma parte del Sistema Público de Radiodifusión, SPR, y entre sus objetivos está garantizar no solamente la libertad de expresión sino promover la pluralidad de opiniones, puntos de vista diferentes, ideologías contrastantes, por lo que es insostenible criticar que Canal Once apoye este tipo de creatividad periodística, un vivo ejemplo de la explosión de libertad de expresión que se vive actualmente en México y que algunos sectores de la sociedad, identificados con la derecha, califican de “polarizante” cuando en realidad se trata de romper el monopolio de la información que durante décadas han retenido los medios de comunicación en manos de particulares.

Si proceso se atreve a exigir que Canal Once silencie sus espacios de sátira política por ser un organismo cuyo presupuesto proviene del erario, es decir, de los dineros del pueblo, ¡ con más razón habría que exigirles a los ministros de la SCJN que no liberen delincuentes! ¡que se conduzcan con amor y respeto al pueblo! ¡que no sirvan más a los poderosos!¡que también ellos y ellas se reduzcan sus sueldos!

Si a los comediantes del Once les exigen mesura, con mayor razón debería exigirse a los ministros de la suprema corte ( con minúsculas), compromiso con las causas populares y que no anden liberando a Rosario Robles, ni tampoco eximiendo de responsabilidades penales al ex gobernador de Tamaulipas, esto sí verdaderamente irrespetuoso.

Proceso miente también cuando afirma que este episodio de libertad “no tiene precedentes en el país” porque en México es larga la lista de caricaturistas y artistas de la sátira y el periodismo político desde el Siglo XIX: Posadas, Naranjo, Abel Quezada, Rius… y un largo etcétera.

Amigos de Piña: La libertad de expresión no se toca. Al canal Once tampoco.

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