
Por Carlos González M.
¿Y LOS NIÑOS Y NIÑAS, APA?
Niños y niñas de Baja California Sur que cursan los niveles educativos básico y medio, dejarán de asistir a sus escuelas a partir del próximo jueves 23 de junio.
Las primarias y secundarias cerrarán sus puertas desde día y la SEP considerará concluido el ciclo escolar que originalmente terminaría dentro de mes y medio, el 28 de julio.
Las autoridades estatales de salud recomendaron a las de educación aplicar esta drástica medida debido, aseguran, al incremento en el número de contagios de COVID-19 que colocan a la entidad en los primeros lugares a nivel nacional, medida sanitaria que afectará inevitablemente al proceso educativo en su conjunto porque nuevamente se aleja a las y a los estudiantes de sus escuelas, aulas, patios, juegos, compañeros y profesores: Miles de niñas y niños, indefensos, recibieron la noticia, sin más opción que aceptarla.
Habría que reconocer que la decisión se presentó como una medida cuyo propósito es proteger a la niñez pero también reconocer que la decisión fue tomada después de sucumbir las autoridades a una campaña de presiones y chantajes de todo tipo, particularmente de una estrategia mediática paranoica, que hizo recordar la primera ola del COVID 19, cuando la pandemia se encontraba en pleno apogeo y no existían aún las vacunas, los hospitales estaban repletos de pacientes intubados y las estadísticas de fallecidos a la alza.
Medios de comunicación, sindicatos y hasta improvisados especialistas en epidemiología presentaron a esta quinta ola del Covid como una amenaza de alto riesgo, similar a la primera ola, cuando los datos de las propias autoridades de salud muestran que al contrario, el número actual de contagios entre menores de edad es prácticamente insignificante, no así entre las y los profesores.
No es un secreto que el sindicato de trabajadores de la educación, para quitarse de encima a agremiados que califican a su directiva de estar cercana al gobierno de la Cuarta Transformación, presionó para el cierre anticipado de las escuelas, aunque en esta lógica tendrían entonces también que redefinirse y cerrarse puertas y aforos en hoteles, restaurantes y bares, nuevamente aplicar medidas restrictivas prácticamente en todas las actividades esenciales de la economía local, un sin sentido.
Se trató sin lugar a dudas de una decisión radical y para muchos injustificable, porque habría que comenzar por entender y aceptar que la pandemia del Covid llegó para quedarse, no se va a ir, aunque por lo visto lo que también llegó para quedarse es la paranoia.
Una medida pretendidamente protectora de niñas y niños, lo cierto es que serán ellos los más perjudicados en su aprendizaje pero más aún lo serán en su salud mental, pandemia poco visible e igualmente poco atendida, pero tal vez la verdadera amenaza de nuestros pequeños.
Ya «encarrerados», tendríamos que incluir entre los afectados en terrenos de la salud mental también a padres, madres de familia…y a todos nosotros junto con ellos.