En Corto


PRI ¿CERCA DEL FIN?

Por Carlos González Muñoz

El dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, «Alito», rechazó envuelto en un infantil berrinche la recomendación de renunciar al cargo que le hicieron ex presidentes de su propio partido.

El campechano fue acusado del estrepitoso fracaso electoral en Quintana Roo, Tamaulipas, Hidalgo y Oaxaca. Pero sobre todo le imputan el desprestigio al que «Alito» está arrastrando vertiginosamente al partido político más longevo del país, ahora que se conocen públicamente conversaciones telefónicas que lo exhiben como un presunto delincuente, grabaciones que comprometen seriamente y ponen en duda la rectitud y modo honesto de vivir del máximo representante del PRI: «No me voy y no me voy», les contestó.

Compungidos los ex presidentes que le visitaron en audiencia privada, todos ellos pero particularmente Roberto Madrazo y Osorio Chong, carecen de autoridad moral y capital político capaz de imponer obediencias y regañar como antes se solía aplicar a incondicionales.

El PRI actualmente carece de liderazgos que puedan poner orden al interior del propio partido.

Los rostros de ambos personajes siniestros junto con el de «Alito», reflejan con fidelidad a ese PRI al que le falló su estrategia de convertirse en acólito del PAN, al PRI del 3% de los votos en Quintana Roo, a ese PRI incapaz de continuar ocultando su verdadera naturaleza, a un PRI que ha entrado en estado de agonía, si no es que de descomposición.

¿Por qué el término compungidos? Según el diccionario Océano, «compunción» significa «sentimiento o dolor de haber cometido un pecado; sentimiento que causa dolor ajeno».

Por su parte «compungido» es «contristarse, dolerse de alguna culpa o pecado propio o de la aflicción ajena».

¿Acaso existe otro término en castellano que pueda describir con más exactitud a este encuentro de cómplices?

Las imágenes de la entrevista que difundió la prensa captan el alma de personajes fantasmales, hombres y mujeres desgastados, incapaces de seguir representando y defendiendo con destreza los intereses de un régimen también en extinción. Un sistema que al igual que el PRI se resiste a morir. Pero eso es otra historia.

Los neoliberales mexicanos, esos neoporfiristas que asaltaron la Presidencia de la República en 1988 con Carlos Salinas de Gortari al frente, el auténtico «chupacabras», el primer gran privatizador del patrimonio nacional, estos representantes de la derecha más retrograda del país, están por deshacerse y arrojar a la basura de la historia a su hasta hoy empleado estrella: Ni modo, el patrón manda.

El jefe ha contratado al PAN desde hace buen tiempo como el nuevo gerente.

Que el nuevo empleado le rinda cuentas alegres eso también es otra historia.

Para fortuna del amo existen en otros partidos políticos, incluído Morena y por supuesto Movimiento Ciudadano, ambiciosos personajes siempre dispuestos para ocupar la gerencia en caso de quedar nuevamente vacante.

Pero eso es igualmente otra historia.

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