
Por Carlos González Muñoz
- ¡MENONITAS SI! ¿OAXAQUEÑOS NO?
El racismo algunos lo tienen ¿tenemos? a flor de piel.
Mientras que a las comunidades de menonitas provenientes de Europa el estado mexicano les da una cordial bienvenida a nuestro país, les otorga tierras y dota de un régimen legal privilegiado que libera a estas comunidades de obligaciones cívicas y políticas que tenemos el resto de los mexicanos, como es el saludo a la bandera o rendir honores al Himno Nacional, en cambio algo muy distinto sucede cuando se trata de las comunidades indígenas migrantes provenientes de Guerrero, Oaxaca, Chiapas, trabajadores agrícolas que se desplazan junto con sus familias a poblaciones alejadas de su territorio.
Estas familias de compatriotas reciben un trato discriminatorio e inhumano de parte de autoridades nacionales que contrasta y en nada se compara con el respeto, protección y privilegios que se le reconocen a las comunidades menonitas, obligando a que las comunidades indígenas se despojen de su identidad cultural.
Recientemente se dio el caso en Los Cabos que autoridades municipales de primer nivel, despotricaron en contra de los vendedores ambulantes que han hecho de las playas cabeñas su centro de trabajo y que se hacen acompañar de sus hijos menores de edad entre otros motivos porque así lo dictan sus usos y costumbres. Afean el paisaje, advirtieron. Además son delincuentes…¡uf!
Que se frieguen, dijo una dama de muy alta alcurnia y posición política. Aquí se respetan las leyes y costumbres de Baja California Sur, les advirtió en tono policíaco, ¡no están en su tierra! Amenazó y cumplió la doña.
Ni modo.
Eso les pasa a nuestros paisanos en Los Cabos por ser morenos, llamarse Timoteo, Rosa María Gómez… y no apellidarse Le Baron.