
Por: Armando León Lezama
La abundante expresión de cariño a Gilberto Lucero Cota, tras su partida del mundo de los mortales, se sintió con mucho peso público.
Peso que creció, haciendo un boom de afecto a su persona, nombre, trayectoria, actividad y creación, las expresiones de cariño y reconocimiento.
Me sumo a la consternación.
Su trato amable, noble, hizo mancuerna con su profesión de camarógrafo.
Humano sensible.
Puso en su órbita de vida: familia, amistad, sociabilidad.
Es de aplaudirse que la grandeza de la sencillez, que lo vistió toda su vida, hiciera en su despedida el traje a su medida: Un ciudadano honorable.
Haber compartido el producto de su faena, de su buen mirar, de su talento para la grabación de instantes, circunstancias y vivencias de la dinámica de la población Sudcaliforniana, lo hizo testigo vivo, activo, conocedor de la mejor toma de un quehacer que detenía el tiempo, la imagen, la vida misma.
Enamorado de la vida:
«No me rendiré porque creo firmemente, en que Dios me eligió para un propósito.
Así que les aseguro, que primero Dios me recuperaré y estaré nuevamente activo.
Gracias por sus mensajes, oraciones y buenas vibras».
Es entonces, que en cada reunión del periodismo Sudcaliforniano, del presente mes de diciembre, se le de un minuto de silencio, o de aplausos.
Homenaje póstumo que debe perdurar en el transcurso de la vida y la historia del periodismo en ésta parte del mundo.
Cierto, con Gilberto, debe comenzar de nueva cuenta, dar su lugar a cada periodista, no únicamente en la ley escrita; se ocupa en el hecho.
No de manera especial; sí como manda la constitución política de los Estados Unidos Mexicanos, en particular, su artículo cuarto.
En tanto llegan tiempos utópicos, al menos, de manera pronta el nombre de Gilberto Lucero Cota, debe inscribirse en una de las columnas del monumento a la libertad de expresión y de prensa, ubicada en la ciudad de La Paz, en las calles de Boulevard Padre Eusebio Kino, esquina con el boulevard Manuel Márquez de León.
Asimismo, se suman a tal reconocimiento merecido y público, los compañeros antes fallecidos: Ezequiel Elizalde Rodríguez; Armando Romero Balcázar; Jorge Ugalde Gorosave, et al.
Y a la tropa de civiles sentados en las sillas de los poderes del Estado Sudcaliforniano, apliquen dar vigencia, práctica y hechos, en base al artículo 4 de nuestra carta magna federal..
Periodistas en vida, que son pocos en el Estado de Baja California Sur, muestren que su labor supera a las redes sociales, propagadoras de divulgaciones subjetivas.
El periodismo, es observación, análisis, investigación, revelación, datos serios y probados que separan enormemente el quehacer de difundir palabras, imágenes y símbolos; del oficio profesional de bien informar y formar opinión entre la humanidad.
Lo mismo que para dejar testimonio de lo cotidiano, que va forjando la historia, en éste caso, de la hermosa geografía Sudcaliforniana y sus habitantes.
Y lo más importante, hacer amistad en tu entorno, con quienes se comparte en el hecho y el dicho, la dinámica de la vida social.
Gilberto.
Gracias por tu amistad.
Gracias por motivar la reflexión a mi persona, dedicando con afecto, a ti, lo mismo que a Ezequiel, Armando – el tocayo -, y el extraordinario Sudcaliforniano; Jorge Ugalde Gorosave.