
Por Víctor Octavio García
¡Qué tiempos aquellos!
¿Y Gamiochipi?
En memoria de Rafael Monterroca Elguea, extraordinario servidor público y excelente amigo. Descanse en Paz.
En 1975, durante la administración municipal de Jorge Santa Ana, conocí y comencé a tratar a Rafael Monterroca Elguea, con quien forjé un sólida amistad hasta su muerte, un excelente policía y mejor amigo, en ese tiempo era jefe de la policía cuando tenían la comandancia y cuartel en el Sobarzo, sobre la calle Altamirano y Constitución; Monterroca –como todo mundo lo conocía– corría fama de ser muy duro, cabrón, lo era y no; duro cuando había que ser duro y flexible cuando las circunstancias lo exigían y ante todo, un excelente policía que sabía usar la mano izquierda como herramienta de persuasión y mediación, poseedor de una gran sensibilidad y de un enorme corazón; infinidad de veces coincidí con él en fiestas particulares donde compartimos tragos, el pan y la sal, de él guardo gratos e imperecederos recuerdos.
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