La cobardía presidencial

Antonio Ceja

Nuevamente nuestro país fue nota mundial luego de conocerse el atentado donde resultó herido el jefe de Seguridad PÚblica de CDMX Omar García Harfuch y en donde murieron varias personas luego de que un comando conformado por más de 20 hombres armados con rifles de alto poder atacase el convoy del funcionario quien finalmente solo resultó con heridas leves gracias al blindaje que le proporcionó el vehículo donde viajaba.

El atentado fue el resultado a la reacción del CJNG por el congelamiento de activos del grupo delictivo por más de 33 mmdp; a ello, se suman las amenazas de Antonio Yepez “El Marro” líder del cártel Santa Rosa de Lima cuando se entera de que algunos de sus familiares fueron detenidos por fuerzas federales y que, finalmente, ya están en libertad porque las autoridades presuntamente no aplicaron correctamente los protocolos debidos para su detención.

Lo anterior, suena muy similar a lo que ocurrió con la detención y libertad de Ovidio Guzmán cuando por orden de López Orador, el hijo de “El Chapo” Guzmán, fue liberado para, según el mandatario mexicano, evitar una masacre humana.

Lamentablemente seguimos viendo, primero, la debilidad del Estado mexicano para enfrentar con firmeza a los delincuentes y, segundo, la claridad de una estrategia real para desmantelar las decenas de células delictivas que operan en todo el país. Debilidad porque las autoridades federales tienen que obedecer a un presidente cobarde; que se arruga ante la fuerza que ha tomado el crimen organizado debido, precisamente, a la carencia de una estrategia definida la cual se resume a una serie de mensajes morales como acusar a los delincuentes con sus mamás o rogarles que “se dediquen a otras actividades”; así de grave es la situación y el resultado es el empoderamiento de los grupos criminales.

Cosa más grave, es el hecho de que se ha visto claramente, que el presidente mexicano tiene ciertas consideraciones con los líderes del cártel de Sinaloa. Ese comportamiento, sin duda refleja que podría existir algo muy oscuro entre el grupo criminal y la modorra oficial para enfrentar los daños colaterales que el combate al crimen organizado dejaría a su paso. Pero no; AMLO prefiere ver las masacres diarias en Guanajuato, Sinaloa, Sonora, Tijuana, Jalisco, Cancún y CDEMX entre otras entidades donde diariamente mueren decenas de mexicanos por las balas y cuchillos de los criminales.

Queda claro, lamentablemente, que en el último mensaje de López Obrador luego del atentado contra García Harfuch, fue una mezcla de palabras absurdas que de ninguna manera comprometen al gobierno federal para actuar en consecuencia contra el genocidio y el estado de terrorismo que ha emprendido el crimen organizado en los últimos meses. Repitió lo mismo; dijo las mismas tonterías de siempre: como que su gobierno está atacando las causas de estos crímenes y resaltó, entre líneas, que sus programas sociales serían, a final de cuentas, la solución para acabar con los grupos criminales; así de mediocre nuestro presidente.