Dra. Patricia Patrón Cota
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La democracia de un país se basa en por lo menos tres valores que son la libertad, la igualdad y la fraternidad (Salazar y Woldenberg, 2019). Por un lado, la libertad democrática implica el derecho de los ciudadanos a realizar determinadas actividades sin que se lo impidan (incluido el gobierno y las organizaciones sociales) y, por el otro, la capacidad de autogobernarse o autodeterminarse, lo que se traduce en el derecho de cada individuo de participar activamente en la política mediante la elaboración y adopción de las decisiones colectivas que le conciernen.
El segundo valor de una democracia moderna es la igualdad jurídica y política, lo que significa que, ninguna desigualdad económica, cultural o social pueda legitimar el dominio de unas personas sobre otras, que no existan grupos privilegiados con derechos políticos especiales, lo que implica una ética de la equidad en el trato social, el reconocimiento y respeto estricto de los derechos civiles y políticos de los ciudadanos, sin distingos de sexo, credo, edad, etc.
Por último, la fraternidad como valor democrático significa que, a pesar de sus diferencias y conflictos, de intereses o de opinión, los miembros de una sociedad no deben verse como enemigos, es decir, como divididos en bandos contrapuestos e irreconciliables, sino, en todo caso, como copartícipes parcialmente conflictivos en la formación de la voluntad política nacional.
Describo lo anterior, en alusión a dos sucesos recientes: El primero, fue la felicitación por parte de Enrique Krauze al gobernador de Jalisco Enrique Alfaro por su actuación ante los hechos violentos sucedidos en el centro de Guadalajara, sobre la cual, el Presidente Andrés Manuel López Obrador se expresó al respecto en su acostumbrada mañanera: “qué bueno que se defina, nada de medias tintas, que cada quien se ubique en el lugar que corresponde. No es tiempo de simulaciones, o somos conservadores o somos liberales, no hay medias tintas, o se está con la transformación, o se está en contra de la transformación del país; se está por la honestidad y por limpiar a México de corrupción o se apuesta a que se mantengan los privilegios de unos cuantos a costa del sometimiento y el empobrecimiento de la mayoría de los mexicanos”.
El segundo suceso, fue la denuncia en la mañanera por parte del presidente de la existencia del Bloque Opositor Amplio (BOA) cuyo propósito era ganar la mayoría en las próximas elecciones de 2021 y la revocación de su mandato en 2022. Señaló con nombres y apellidos por quienes estaba conformado, una larga lista de conocidos personajes de la política, medios de comunicación y el sector empresarial. El vocero presidencial presentó un documento supuestamente confidencial, escrito a máquina (de las que ya casi nadie usa), pero del que no se tenía la fuente, lo escanearon y proyectaron en pantalla, pero, horas más tarde se “dieron cuenta” que resultó ser apócrifo.
No sé usted, estimado lector, pero yo me pregunto: ¿Acaso esa es la función de un presidente y de su vocero?, ¿porqué no se dedica a los temas realmente preocupantes que nos aquejan a la mayoría de los mexicanos como la pandemia por el Covid-19, el incremento en feminicidios, el apoyo mediante un ingreso vital a los cientos de miles de desempleados (por no decir cerca de 2 millones), el cierre de miles de empresas micro y pequeñas, formales e informales que eran el sustento de millones de ciudadanos de bien, el generar condiciones para evitar el rápido decrecimiento de la economía, disminuir la inseguridad y, sobre todo, el llamar a la unidad para salir adelante todos juntos, en lugar de polarizar a la sociedad?
Lo preocupante es tanto la forma, como el fondo, el presidente debe gobernar para todos, no solo para los que votaron por él y los que están con la cuarta transformación. El hecho de decir “estás conmigo o contra mí”, de denunciar en “la mañanera” a ciudadanos que ejercen su libre derecho de asociación con fines políticos, de quienes hay que remarcar que en caso de que lo dicho fuera cierto, no estarían faltando a la ley. Esto conlleva de fondo una velada amenaza, un señalamiento que puede implicar el ser perseguidos por los integrantes de su grupo (por no mencionar la etiqueta de todos conocida), lo cual preocupa por lo que pueda suceder a quienes se atreven a alzar la voz por los derechos de millones y, que por consiguiente, calla la voz de muchos por el miedo a ser violentados.
Les aseguro que, si las cosas estuvieran bien en salud, seguridad y economía o, al menos tuvieran un plan estratégico integral para hacer frente al fuerte impacto de esta pandemia que está acabando con nuestra salud física, emocional y mental, además del daño económico y social, que implementaran estrategias cuyos resultados fueran demostrados con hechos, no con discursos sin sustento, la oposición no tendría nada que decir y, quien escribe esto, estaría escribiendo sobre otros temas.
En un país que ha luchado por la democracia, no se puede ni se debe dar marcha atrás, como lo afirmó Touraine (1995): “un gobierno no puede imponer una concepción del bien y el mal y debe asegurarse de que cada persona pueda hacer valer sus demandas y sus opiniones, ser libre y estar protegido, de modo tal que las decisiones tomadas por los representantes del pueblo tengan en cuenta en mayor medida de lo posible las opiniones expresadas y los intereses defendidos. La imposición por parte del estado de reglas de orden moral o intelectual es incompatible con la democracia”.
Preservar los valores de la democracia moderna como la libertad, la igualdad y la fraternidad es tarea de todas y todos, pero, principalmente, del gobierno. Por ello, es necesario recalcar que, los servidores públicos, deben actuar con ética en el desempeño de sus cargos o comisiones y regirse bajo los Principios Constitucionales de Legalidad, que señala el Código de Ética de las personas servidoras públicas del Gobierno Federal, los cuales se señalan en el Capítulo II, artículo 6: Legalidad, Honradez, Lealtad, Imparcialidad y Eficiencia. Esto conlleva el cumplimiento de las normas jurídicas, la rectitud y la transparencia de las cuentas públicas, la correspondencia a la confianza que les dio el voto ciudadano de la mayoría, la igualdad, no discriminación y comportamiento digno, así como la consolidación de los objetivos gubernamentales con base en la optimización de los recursos que garanticen la eficacia, la economía, la disciplina y la cooperación. Pongamos todos nuestro granito de arena, que México nos necesita.
MÁS DE 30 MILLONES DE VOTANTES PATRIOTAS RESPALDAMOS A NUESTRO PRESIDENTE. ÉSTE 2021 SE LOS VOLVEREMOS A DEMOSTRAR CON LA INEVITABLE E INMINENTE EXTINCIÓN DEL ABERRANTE PRIAN.