Por Víctor Octavio García

* Cuando el arriero es……

Algo no les salió bien a los morenistas en sus vergonzosos “acuerdos” con el capo di capo Ramiro Ruiz para “recuperar” la “mayoría perdida” en el Congreso del Estado, que hoy acusan al gobierno del estado de intromisión; ora sí que como reza el refranero popular “cuando el arriero es malo luego le echa la culpa a las mulas”; recatar una pírrica mayoría –mayoría simple– les costó lágrimas, sudor y desvergüenza en medio de un brutal herradero; el capo di capo Ramiro Ruiz, como es su costumbre, negoció por debajo de la vergüenza y por encima de la razón comisiones, privilegios y posiciones en la mesa directiva del actual periodo ordinario de sesiones operando con cuatro solitarios diputados.

El innombrable Esteban Ojeda Ramírez –un viejo icono de las protestas callejeras y toma de edificios públicos– al no poder acceder –aprovechándose de los escándalos– a los archivos contables de la XV legislatura para destruir toda evidencia que lo incriminara en chantajes, corrupción, extorsiones y agandalles de recursos públicos, acusó al gobierno del estado de “tener metidas las manos en el congreso local”–; pese al inútil e infructuoso esfuerzo de destruir toda evidencia de corrupción que lo exhibiera en relación a las “compras” amañadas a su cuñada de equipo y material digital por varios miles de pesos que tampoco han sido entregados a la actual legislatura, resultó vano.

Rescatar una pírrica mayoría de trece diputados convertidos hoy en rehenes y monedas de cambio de Ramiro Ruiz y su pandilla, es un costo demasiado alto que tendrán que pagar los morenistas cediendo colonias e incluso partes del reino en aras de mantener la falsa imagen de ganadores, con o sin Ramiro Ruiz no podrán impulsar reformas constitucionales salvo la aprobación de dictámenes de poca monta y acuerdos de mero trámite; una vez más ganaron perdiendo; y es que la falta de oficio político –en medio de su proverbial cerrazón y terquedad– una y otra vez los ha llevado a dar de tumbos e incluso a tropezarse con la misma piedra. ¿O acaso ya se les olvido cuando acusaban a Ramiro Ruiz de “bandido y ladrón” y al Chaky Van Wormer de empresario rapaz, y ahora resulta que comen en el mismo plato?

Lo más grave en lo que pocos han reparado es que el ciclo político de la XV legislatura ya concluyó; el mal manejo de los morenistas que se empalagaron con el poder y la desmedida ambición de Ramiro Ruiz y su colega y compañero de infortunio Rigoberto Murillo, arrastraron a la actual legislatura al despeñadero, al peor de los desprestigios, desconfianza, incredulidad y falta de respeto que haya enfrentado legislatura alguna; los impolutos (morenistas) que presumían haber renunciado a los jugosos bonos, privilegios y canonjías quedo en letra muerta, en una falsa promesa, en una vil mentira al cobrar hasta el último centavo de sus supuestos “ahorros”.

¿Con qué cara saldrán ahora los diputados de Morena a tratar de sorprender de nuevo a los sudcalifornianos de que no mienten, no roban ni traicionan, cuando en año y medio no han hecho otra cosa más que mentir, robar y traicionar?. ¿Qué reformas constitucionales podrían impulsar desde una posición de fuerza que ellos no controlan, sino Ramiro Ruiz? ¿Quién diablos podrá creerles y confiar en ellos en medio del “cochinero” en que han convertido a la actual legislatura?. ¿Qué proyecciones legislativas podrán hacer a futuro cuando su tiempo ya concluyó?. Qué manera de acabar su ciclos políticos haciendo poco menos que nada y haciéndolo mal, pésimamente mal, en escenarios planos donde el más calvo peina trenzas.

Increíble que por desaseos políticos, abusos de poder, improductividad legislativa, mentiras y más mentiras, su “tiempo” político se haya agotado; solo les bastó año y medio –y probablemente mucho menos– para terminar su ciclo político y quedar a expensas del rudo escrutinio de la opinión pública como los 21 diputados que no fueron agua ni pescado. ¡Qué tal!.

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