Por Juan Carlos Méndez Ramírez

Max por Siempre

Oh, Cruz de Cristo, enséñanos que la aurora del sol es más fuerte que la oscuridad de la noche, y que el amor de Dios vence siempre.

Papa Francisco

El “Committee to Protect Journalists (CPJ)” -Comité para la Protección de los Periodistas-, monitorea desde 1981 los ataques contra la prensa alrededor del mundo. Su Director Ejecutivo Joel Simon, en uno de sus reportes, refiriéndose a la guerra que se libra para combatir al narcotráfico en México, afirma: “La realidad es que el gobierno está perdiendo tanto la guerra de la información como la guerra en las calles…” perdiendo la guerra de la información, porque, la delincuencia organizada silencia al periodista o al medio con grandes sobornos, amenazas diversas, o silenciándolos con la muerte.

Ricardo Ravelo en su libro “Ejecuciones de Periodistas: Los Expedientes”, también nos informa de la manera de operar de los narcos para difundir la información más conveniente para ellos y evitar -por todos los medios criminales- que se conozca otros datos más comprometedores. En este libro, Ravelo nos muestra lo sucedido en Veracruz, una entidad que se fue convirtiendo en plaza disputada por los carteles de la droga y donde sucedieron varias ejecuciones de periodistas que cubrían la fuente policiaca. Tanto el CPJ como Ravelo, nos indican que todo periodista que reportea sus temas, se va involucrando en el ambiente que le toca cubrir, digamos que, por ejemplo, el que cubre la política conoce a los políticos, los cargos que ocupan, y los grupos a los que pertenecen, los que cubren deportes saben de récords y trayectorias, y así sucede con quienes cubren la nota policiaca, que van descubriendo un mundo sórdido y oscuro.

Maximino Rodríguez Palacios, fue un veterano periodista-reportero muy valiente, porque aún sabiendo que México es considerado internacionalmente como el país más peligroso para ejercer el periodismo -sobre todo policiaco-, el sentía la obligación del oficio de reportear la nota en el lugar de los hechos -ejecuciones entre delincuentes-, casi en vivo y en directo, con los casquillos aun calientes por la pólvora.

Así desempeñaba su trabajo, con entrega y valentía; y lo hacía muy bien, para cumplir con el público y su medio Colectivo Pericu. Contrario a lo pretendido, el compañero Max Rodríguez, en cada pase de lista cantará “presente, presente”, porque habrá Max por siempre. Esta será la paradoja de su crimen alevoso, su pase de lista para siempre en la memoria colectiva contemporánea de Baja California Sur.

La delincuencia organizada, la violencia sanguinaria como medio de censura, la impunidad reinante, y la corrupción institucional, están socavando el ejercicio de nuestras libertades consagradas como garantías individuales constitucionales. Es deber de todo mexicano y toda mexicana, aportar nuestra parte de responsabilidad para detener este deterioro del ejercicio de nuestras libertades. Es doble deber de las autoridades del Estado Mexicano, detener este azote criminal contra las libertades civiles; y aquí sí, sin importar en lo más mínimo su origen partidista, ideológico, religioso y social, so pena de que se pierda la autoridad y los ciudadanos empiecen hacer justicia por su propia mano, como ya ha sucedido en otros momentos en nuestro país. “Es mi Opinión”, diría el buen Max Rodríguez.

Un abrazo fuerte, solidario y digno, para Doña Raquel Romo.

PARLAMENTOS
El Gobernador Carlos Mendoza Davis, condenó fuertemente el asesinato de Max Rodríguez Palacios, instruyendo una sólida coordinación con la Procuraduría General de la Republica, como ordena lo procedente en este tipo de casos en que la federación atiende los delitos que atenten contra el ejercicio de la libertad de expresión, como en este caso, y sobre todo, cuando están inmiscuidos grupos criminales del narcotráfico.

El gremio periodístico sudcaliforniano, espera con ansias, que pronto existan resultados concretos sobre este asesinato realizado con toda alevosía y ventaja.

Recibo sus comentarios en bcsmonitoreo@gmail.com